Día Internacional de la Madre Tierra

Nuestra casa común: ayer, hoy y siempre
La Tierra tiene más de 4.500 millones de años y el ser humano actual es solo un instante de esa historia pues como especie se calcula que tenemos unos 300.000 años, pero vaya instante. El evidente cambio climático, la grave sexta extinción de especies, los océanos llenos de plásticos y microplásticos, ¿podrían ser los síntomas de una enfermedad? Tal vez esta pandemia puede ser una oportunidad clave para propiciar la reflexión sobre nuestras relaciones: nuestra relación con los demás, pero sobre todo nuestra relación con el resto de la naturaleza. ¿Qué valor le damos a la Tierra? ¿Valoramos a la naturaleza solo por lo que nos da y porque la necesitamos? ¿O para nosotros y nosotras tiene valor por sí misma, independientemente de nuestra existencia? ¿Y si decimos que amamos la naturaleza, por qué no la cuidamos y tratamos con amor?
Sin lugar a dudas podemos afirmar que en la mayor parte del mundo tenemos una tarea ecofilosófica pendiente: pensarnos parte de la Tierra, valorar la Tierra por su valor intrínseco y replantearnos cómo debemos actuar para que nuestra vida sea lo más armónica posible con los procesos ecológicos de la Tierra de manera que no dañemos a otras especies, no dañemos a los ecosistemas y no dañemos a la humanidad.
No nos permitamos como especie olvidar más nuestra fragilidad y nuestra interdependencia. Más que nunca estamos percibiendo que vivimos todos y todas en la misma casa: la Tierra; que lo que afecta a una persona nos afecta a la humanidad, que todo está conectado y que todos y todas necesitamos un ambiente sano para vivir. Seamos corresponsables, construyamos una humanidad ecorresponsable.
Estrella del Mar Tena
Reflexión para el Centro Cultural Poveda con motivo del Día Internacional de la Madre Tierra del año 2020. Escrito en Madrid, pero con el corazón en Madrid y en Santo Domingo (posibilidades de la mundialización y del amor).